Quedaban pocos meses para terminar la secundaria. Al final del año cada
uno de mis compañeros incluyéndome a mi tomaríamos rumbos diferentes.
Un día los relojes empezaron a
retroceder la hora.
Las grandes modificaciones que le hicieron a la escuela, salones,
puertas, oficinas se iban deshaciendo
Confuso y revuelto es mi ropa
remera, pantalones todo se salía y regresaba a los cajones, donde momento la
había sido seleccionada para llevar a Bariloche, aquel viaje que me daba la
sensación que ya lo había realizado
En casa también hubo cambios. Notaba que esas cerámicas de la vereda, que nos dio trabajo instalarlas con mi
padre, se fueron despegando de a poco y volvía a estar ese piso de cemento.
Los pimpollos que alguna vez mi madre los planto y florecieron al tiempo,
se volvía a cerrar.
Volví a ver otra vez las caras de
mis compañeros del colegio que creí perder a lo largo de mi vida. Las maestras
que nos acompañaba todos las horas en el salón. Te felicitan tu tarea y te
ponen “bien” o “muy bien”, tablas, cuentos infantiles, historias de próceres,
nos enseñaba algo nuevo que aprender en los días. Allí estaba adelante de nosotros explicando en la aula.
Seguían retrocediendo los tiempos
y me empezaron a llamar la atención a los juguetes que estudiar.
El guardapolvo blanco paso a ser
mas chiquito y colorido. Me di cuenta de que mi mente se olvidaba. Era difícil
recordar las cosas.
Me costaba verme en el espejo del
baño. Mis pies dejaron de pisar el suelo a la hora de sentarme para comer
Mi edad disminuyó y me tenía que
quedar en casa. No podía corretear como antes. Apenas me podía mantener unos
minutos parado. Me pusieron un andador, llegué a reducir
los gustos, olfato, vista Todos los sentidos, gustos hambre, sed, calor, etc.
Las personas me parecían
extraños pero les hacían reír y jugar con ellos,
Cuando necesitaba un cariño me aferraba a mis padres
Luego, sólo era estar en brazos
de mi madre. Me daba de amamantar. Dormía y cuando llorisqueaba me calmaba con sus cantos.
Hasta que un momento cerré los
ojos y solo sentía y escuchaba que me hablaba mi madre desde afuera. Ya en ese
entonces comprendí que estaba el la panza de mi mamá aguardando en el momento
para darme luz.
Morello Soledad