Sabía que sólo faltaban semanas para terminar mis estudios
secundarios pero… pero en lugar de eso sólo sentía que ese día se alejaba más,
sin alguna explicación.
El dormir de mañana y despertar de noche era una sensación
extraña aunque era lago que pasaba de largo a mis pensamientos.
Cada día, semana, mes y año pasaban. Una sensación olvidada,
un conocimiento perdido. Los textos y libros se comenzaban a ver más largos y
complejos.
Ya no me encontraba en secundario y la escuela cambiaba, con
pinturas viejas y menos edificada, me veía distinto, nuevas personas volvían de
los recuerdos en donde se encontrarían en un futuro.
Una situación desagradable, una operación de apendicitis con
complicaciones que una vez había vivido, comenzaba a transformarse de sólo algo
olvidado a algo tan real como lo fue antes.
Mi sobrinita que ahora se encontraba en una edad que no
superaba la de los dos años se veía mucho mas pequeña y libre del uso de las
palabras, que todos aprendemos con el tiempo.
Era curioso como mi hermana sin darse cuenta lograba el
retorno de Martina, su hija, a su más mínima expresión.
Muchas personas e incluso mascotas volvían a lo que había
sido su normal vida sin percatarse ni por un momento de que alguna vez hubiesen
dejado de existir.
Respecto mío era todo distinto, mi perspectiva del mundo ya
era diferente tanto físicamente como en mis pensamientos. En los recreos
solamente estábamos preocupados de correr y divertirnos los unos con los otros
por medio de juegos simples. La escuela, mucho mas pequeña y con cambios
significativos seguía su curso inverso.
Los estudios, eran muy distintos, concordaban con mis
conocimientos reducidos por el tiempo (que hacía correr los relojes en sentido
inverso).
Y así mi uniforme
pasó del habitual al de un guardapolvo y luego cediéndole paso al de jardín
donde ya todo lo vivido era solo una pregunta de ¿Cómo seré de grande?
Todo rastro de independencia comenzaba a esparcirse y la
dependencia se hacía presente tanto como para comer solo una manzana o poder
caminar sin ayuda.
Las cosas de las que hablaban los demás eran mas fácil de
entender descifrando lo que decían sus rostros y el tono de sus voces, que
tratando de entender palabras.
Y así mi preocupación principal llegó a ser solo la de
dormir y ser alimentado por mi madre, hasta caer en el sueño del cual, de
grandes, solo sabemos mediante libros y médicos.
Todo se volvía infinitamente mas grande mientras yo
infinitamente mas pequeño hasta que finalmente llegué, no a un estado de muerte
sino de posible vida ,el cual, sólo mi madre me supo dar.
ARIEL QUISPE.
Buenísimo,Ariel. Felicitaciones!!!Analía
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