martes, 21 de mayo de 2013

Crotacienta . Gabriel Bravo

Crotacienta Vivía feliz con sus padres hasta que su madre murió. Ella era una jovencita terrible y caprichosa. Pasado un tiempo su padre volvió a casarse, su madrastra tenía dos hijas bonitas y siempre trataban de ser amigas de Crotacienta, pero ella las rechazaba y las obligaba a servirle como criadas. Su madrastra trataba de complacerla pero ella se le burlaba. No hacía nada, dormía hasta tarde, no le gustaba bañarse por eso siempre olía mal y se dedicaba a leer y divertirse con lagartos y culebras durante todo el día. Le servían el desayuno en la cama y siempre se quejaban por el mal olor que había en su habitación y que emanaba ella. Cuando se levantaba se pasaba más de una hora probándose que ponerse y contemplándose frente al espejo, pero lamentablemente su aspecto y su mal olor no cambiaban siempre se veía terrible. Sus hermanastras, en cambio, vestían sencillas ropas y así mismo lucían elegantes y bonitas. En el palacio de ese pueblo vivía el rey con su familia y se comentaba que este quería casar a su hijo, pero no encontraba una joven que lo aceptara, pues su aspecto las alejaba apenas se acercaba a él. El pobre príncipe era tuerto y su altura no superaba la de un poni y era por esa razón que nunca se lo veía cabalgar sobre un hermoso corcel. Un dia el rey hizo publicar una noticia invitando a todas las jóvenes a participar a una maratón. La, ganadora seria la elegida para que el príncipe la desposara. La madrastra de Crotacienta anoto a sus hijas y la invito a hacer lo mismo. Todas comenzaron a entrenarse, pero Crotacienta se canso muy rápido. Llego el día esperado y ella quedo atrás. Como quería ganarles a sus hermanastras, llamo llorando a su hada madrina y esta le convirtió un perchero en una de las más modernas bicicletas y sus ropas en hermosas prendas deportivas. Pero, le advirtió que debía regresar apenas terminara el maratón porque el encanto pasaría y todo se volvería como antes. Al finalizar la competencia, era la ganadora. En el momento de recibir el premio se dio cuenta que se terminaba el plazo dado por su hada madrina. Salió tan apresuradamente que no advirtió que una de las zapatillas había quedado en un escalón de la escalera de entrada al castillo. Como nadie la había reconocido, cuando sus hermanastras regresaron les pregunto cómo les había ido. Ellas, como no le habían dado tanta importancia a este evento ya que no estaban muy interesadas en casarse con el príncipe, le contaron el resultado. Al día siguiente llaman a la puerta. La madrastra va a atender y cuando abre un lacayo le presenta al príncipe quien había decidido probar la zapatilla que había perdido Crotacienta a todas las jóvenes. Cuando le toco el turno a Crotacienta, la zapatilla le calzaba perfectamente y además ella tenía la otra, que saco de uno de sus bolsillos. Pero… como el príncipe era tuerto, tomo del brazo a una de las hermanastras y la condujo hasta el carruaje para llevarla al palacio. Como el padre de Crotacienta había muerto, todas ellas se trasladaron a el palacio. El día de la boda, la otra hermanastra bailo con un apuesto caballero y después de un tiempo se casaron. Y Crotacienta? También bailo con un… lacayo, se casaron y fueron muy felices.

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