domingo, 1 de julio de 2012

El mapa del tesoro



Don Quijote corre entusiasmado hacia la casa de su vecino, Sancho Panza, para contarle la nueva buena noticia. Al tocar la puerta desesperadamente, esta se abre y por ella se asoma un hombre robusto y petiso.
- Sancho, querido amigo; tengo la solución a los problemas que la pobreza nos provoca.
- ¿Te sacaste la lotería?- preguntó el vecino.
- Algo así- respondió- Estaba en el campo cuando...
- ¿Cómo algo así?- interrumpió tarde Sancho.
- ¿Me vas a dejar terminar?. Buenos, te decía que estaba en el campo cosechando maíz, cuando de repente veo en el suelo un papel. Al abrirlo me llevo con la sorpresa de que era el mapa de un tesoro que está guardado bajo tres llaves en Plaza de Mayo.
- Pero todo lo que tenemos que hacer está detallado. ¡Mirá!- Quijote saca el papel arrugado de su bolsillo y se lo muestra a su compañero, este lo mira asombrado y le dice:
- ¡Con intentarlo no perdemos nada!. Así que mañana a la madrugada salimos en busca de nuestro tesoro.
- Gracias por tu apoyo. Yo sabía que no me ibas a fallar- responde alegremente Don Quijote. Ultimaron los detalles y quedan en encontrarse a las 6 de la madrugada en la casa de Sancho, ya que tiene auto y, aunque es un poco antiguo, les sirve como medio de transporte.
Puntualmente a la hora acordada, los amigos se dirigen al primer punto que marca el mapa: la Biblioteca Nacional. En medio del camino, el auto se queda sin combustible y deben empujarlo hasta la estación de servicio.  Al llegar, Don Quijote observa que los empleados usan una serpiente que larga fuego por la boca para llenar el tanque de los autos. Asustado, le comenta a su compañero que va a luchar contra esos monstruos para que no destruya los autos. Preocupado por la salud mental de Quijote, Sancho decide realizar la travesía viajando en colectivo.
Una vez en la biblioteca, observan nuevamente el mapa, este indica que la primer llave está escondida entre los libros. Revisando cada uno de los estantes, encuentran uno que logra llamarles la atención: "El ingenioso Hidaldo Don Quijote de La Mancha".
- ¡Es una señal!- dice Sancho.
Al abrirlo se llevan con la sorpresa de que en la tapa está pegada la llave dorada. Disimuladamente lo esconden entre sus ropas, pero al pasar por enfrente de la recepción, donde se encuentra el bibliotecario, Sancho realiza un movimiento brusco y el libro cae al suelo.
- No se lo pueden llevar, por favor dejen el libro. Si lo quieren leer deben registrarse y "no robarlo"- gritó el hombre enojado.
Nervioso, Don Quijote toma una enciclopedia y con todas sus fuerzas la arroja hacia la cabeza del bibliotecario, quien cae al suelo desmayado. Los dos amigos aprovechan la situación y huyen del lugar.
El próximo punto es la Basílica de Luján donde, según el mapa, se encuentran las dos últimas llaves en las torres de la iglesia.
Al entrar, se dirigen a las escaleras y suben sigilosamente. En la cima, encuentran las llaves dentro de un viejo mueble. Antes de irse, le agreceden a la Virgen la oportunidad que se les presentó.
Al salir, se dan cuenta de que falta poco para que anochezca, entonces Don Quijote observa que en la puerta de la Basílica hay una moto estacionada.
- ¡Vamos en eso Sancho!
- Pero señor, no es de nosotros.
- La vamos a  tomar prestado y luego la devolvemos.
Se suben al móvil y parten hacia la última parada, que según el mapa, allí hay un cofre en uno de los maceteros.
Horas más tardes, al llegar a la Plaza de Mayo, comienzan con la búsqueda. Tras desarmar varias macetas encuentran el tesoro, sacan las llaves y abren el cofre, pero se llevan con la sorpresa que en el interior del mismo hay un  espejo con una nota que dice: "EL VERDADERO TESORO ES LA AMISTAD".
Don Quijote mira asombrado a Sancho y le dice:
- Aunque tenga todo el dinero del mundo, nunca voy a poder encontrar a un amigo tan fiel como vos.
Dicho esto, los dos amigos emprenden el viaje de regreso a sus hogares.
                                                                                                               
                                                                                                                       Priscila Guasti

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