miércoles, 22 de agosto de 2012

Un día en Buenos Aires


 Una vez más Don Quijote  y Sancho Panza, decidieron realizar otra aventura.
En cuanto pasaron los días, acordaron sin que la criada y las sobrinas se enteraran.
 Con un poco de dinero y con sus armas don quijote, sobre su rocinante y sancho sobre su burro, partieron hacia el gran Buenos Aires
 En el camino, a quijote le dio sed y decidieron parar en un kiosco para compraron una agua mineral.
 El caballero y su escudero siguieron adelante, hasta que se encontraron con dos chicos tratando de subir a un árbol
 ¡Mira!- dijo Don Quijote a Sancho- esos dos pequeños intentar sacar el avión de juguete que esta atorado en una rama.
 Ambos se ofrecieron a ayudar. Ocasión que aprovecharon los niños  para robarles sus pertenencias.
 Tristes después de andar un buen rato, llegaron a la ciudad.
 A lo lejos Don Quijote  ve  un palo blanco enorme. Sancho le explica que es el obelisco.
Recorrieron la casa rosada y hasta el cabildo que lo confundió con un castillo.
 Mas tarde, ambos entraron a un Shopping y pasaron en el cine viendo Titanic. Sancho se le paso llorando toda la película.
Pasaron toda la noche en el local, luego de que cerraron todo, fueron a dormir en un negocio de colchones.
 Por la mañana fueron descubiertos por los dueños y dos policías los sacaron del sitio a los empujones.
  Finalmente, decidieron tomar un taxi y volver a casa. Donde lo esperaba  la criada furiosa por volver a irse de la casa.

Soledad Morello

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