lunes, 29 de octubre de 2012

Viaje a la semilla


Quedaban pocos meses para terminar la secundaria. Al final del año cada uno de mis compañeros incluyéndome a mi tomaríamos rumbos diferentes.
 Un día los relojes empezaron a retroceder la hora.
Las grandes modificaciones que le hicieron a la escuela, salones, puertas, oficinas se iban  deshaciendo

 Confuso y revuelto es mi ropa remera, pantalones todo se salía y regresaba a los cajones, donde momento la había sido seleccionada para llevar a Bariloche, aquel viaje que me daba la sensación que ya lo había realizado

 En casa también hubo cambios. Notaba que esas cerámicas de la vereda, que nos dio trabajo instalarlas con mi padre, se fueron despegando de a poco y volvía a estar ese piso de cemento.
 Los pimpollos que alguna vez  mi madre los planto y florecieron al tiempo, se volvía a cerrar.

 Volví a ver otra vez las caras de mis compañeros del colegio que creí perder a lo largo de mi vida. Las maestras que nos acompañaba todos las horas en el salón. Te felicitan tu tarea y te ponen “bien” o “muy bien”, tablas, cuentos infantiles, historias de próceres, nos enseñaba algo nuevo que aprender en los días. Allí estaba adelante  de nosotros explicando en la aula.

 Seguían retrocediendo los tiempos y me empezaron a llamar la atención a los juguetes  que estudiar.
 El guardapolvo blanco paso a ser mas chiquito y colorido. Me di cuenta de que mi mente se olvidaba. Era difícil recordar las cosas.

 Me costaba verme en el espejo del baño. Mis pies dejaron de pisar el suelo a la hora de sentarme para comer

 Mi edad disminuyó y me tenía que quedar en casa. No podía corretear como antes. Apenas me podía mantener unos minutos parado. Me pusieron un andador, llegué a reducir  los gustos, olfato, vista Todos los  sentidos, gustos  hambre, sed, calor, etc.
  
  Las personas me parecían extraños pero les hacían reír y jugar con ellos,
Cuando necesitaba un cariño me aferraba a mis padres
  Luego, sólo era estar en brazos de mi madre. Me daba de amamantar. Dormía  y cuando llorisqueaba me calmaba con sus cantos.
 Hasta que un momento cerré los ojos y solo sentía y escuchaba que me hablaba mi madre desde afuera. Ya en ese entonces comprendí que  estaba el la  panza de mi mamá aguardando en el momento para darme luz.




Morello Soledad


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